Un estudio internacional sobre la eficacia terapéutica de los derivados del cannabis en el tratamiento de las náuseas y vómitos debidos a la quimioterapia, la estimulación del apetito en los enfermos de Sida, el dolor crónico, la espasticidad debida a la esclerosis múltiple, la depresión, ansiedad, insomnio, sicosis, glaucoma y síndrome de Tourette, subraya que es incierta o limitada, y en algunos casos de resultado adverso.
El estudio, publicado en The Journal of the American Medical Association, y firmado por 13 investigadores que trabajan en universidades y centros médicos relevantes de Reino Unido, Holanda, Perú, Alemania, Italia y Estados Unidos, recoge el resultado de analizar 28 bases de datos, con 79 pruebas sobre 6.462 participantes. De los análisis realizados se sugiere que estos psicótropos pueden producir una mejora variable según los síntomas, pero que ninguna de las pruebas clínicas demuestra el beneficio médico del cannabis con el grado de certeza estadística que se le exige a un medicamento. Esta conclusión pone en peligro el éxito de fármacos muy caros como el Sativex, que ha sido el primero en comercializarse, y que no se ha considerado reembolsable en países como Reino Unido y Francia. El laboratorio español Almirall tiene la licencia de distribución en casi toda Europa continental.
La eficacia de los medicamentos ya autorizados queda cuestionada
Existen otros medicamentos en pastillas como la Nabilona o el Cesamet (un cannabinoide sintetico) o el Dronabinol (marinol, THC) que presuntamente mejoran la ingesta de comida, ejercen un efecto antiemético (evitan vómito) en tratamientos antitumorales y la caquexia asociada a casos de VIH o agentes quimioterapéuticos y dolor neuropático. Están aprobados en Estados Unidos, pero los resultados del estudio ponen en duda su eficacia.
La eficacia del cannabis para tratar los dolores neuropáticos crónicos y los espamos que produce la esclerosis se ha considerado como “media” y “débil” cuando se tratan las náuseas y los vómitos producidos por el tratamiento de quimioterapia, el aumento de peso de los seropositivos y el insomnio y los trastornos por tics del síndrome de Tourette. No hay mejora en el tratamiento de la ansiedad y la depresión.
Los resultados no varían dependiendo del tipo de derivado del cannabis
Los autores del estudio, encabezados por Penny Whiting, de la Universidad de Bristol, encontraron también efectos secundarios adversos en 62 de los estudios incluidos, siendo entre los más corrientes, la sequedad de boca, fatiga, vértigo, náusea, euforia, vómitos, desorientación, confusión, pérdida de equilibrio y alucinación.
El profesor de siquiatría de la universidad de Yale, Deepak Cyril D’Souza, dice que el riesgo de que aparezca una psicosis entre los consumidores habituales desde la juventud se duplica, y que el cannabis agrava también los problemas de las personas que sufren una enfermedad siquiátrica.
Los resultados no variaron dependiendo del tipo de cannabinoides consumido o de cómo fueran administrados. Esto es significativo ya que ha comenzado a ser legalizada la marihuana para uso médico en bastantes lugares. En Estados Unidos son ya 23 los estados que la han autorizado y otros 7 están pendientes. Los autores son conscientes de que hay muchos intereses económicos en juego y aunque subrayan que el cannabis terapéutico “no es un medicamento milagroso, pero tiene potencial” y reclaman que se efectúen ensayos clínicos amplios y serios para determinar el alcance sanatorio de la droga.
El negocio del cannabis, en pleno ascenso en Estados Unidos, sale a Bolsa