Un grupo de investigadores franceses se esfuerzan en establecer una asociación directa entre el cáncer y la ingesta de alimentos ultraprocesados. Para validar su afirmación realizaron un estudio sobre 104.980 mujeres y hombres franceses de mediana edad, publicado en British Medical Journal (BMJ). Durante la realización del mismo concluyeron que un aumento del 10% en la proporción de alimentos ultraprocesados en la dieta se asocia con un aumento significativo de más del 10% en los riesgos de cáncer general y de mama.
Pero tras publicar horas después BMJ un rapapolvo de otro grupo de científicos que exigen una exploración más cuidadosa, los investigadores reconocen que se necesitan más estudios para comprender mejor el efecto relativo de las diversas dimensiones del procesamiento (composición nutricional, aditivos alimentarios, materiales de contacto y contaminantes neoformados) en estas asociaciones.
Los científicos que han desmontado la euforia inicial que ligaba cáncer con el consumo de alimentos ultraprocesados -y del que se han hecho eco varios medios españoles- señalan como “dada la asociación relativamente débil entre la ingesta de alimentos ultraprocesados y la incidencia de cáncer, y las dificultades conocidas para medir algunos factores de riesgo importantes para el cáncer, como la actividad física, existe la posibilidad de que la confusión residual pueda explicar la asociación observada entre alimentos ultraprocesados y cáncer”.
El daño de los alimentos ultraprocesados
Del estudio se infiere como el cambio en el suministro mundial de alimentos a alimentos altamente procesados puede explicar, en parte, las crecientes tendencias en la incidencia de enfermedades no transmisibles, incluido el cáncer general, de mama, próstata y colorrectal. Sus resultados son un paso inicial para comprender el efecto potencial de los alimentos ultraprocesados en la salud. Estos incluyen múltiples preparados por una variedad de métodos que contienen una gran cantidad de nutrientes y aditivos alimentarios.
¿La exposición que causa la enfermedad es un grupo alimenticio específico (como productos azucarados)? ¿O es un macronutriente (como la grasa)? ¿Es un contaminante de comida del envoltorio? ¿Cuáles son los posibles mecanismos carcinógenos que impulsan la asociación observada? Estas son algunas de las cuestiones clave que el estudio pudo explorar. Pero no están todas.
Los autores agruparon los alimentos en cuatro categorías basadas en “la naturaleza, extensión y propósito del procesamiento industrial”. Optaron por evaluar diferentes grupos de alimentos y no encontraron evidencia de que la asociación general fuera impulsada por un subgrupo específico como los almidones. Sin embargo, para cuantificar con precisión el efecto del procesamiento de alimentos en la salud, hay que refinar aún más la cuestión causal al identificar con mayor precisión los alimentos ultraprocesados que podrían conducir al cáncer.
Cambiar los hábitos alimenticios
Los investigadores ajustaron sus análisis para varios factores de riesgo bien conocidos para el cáncer, algunos de los cuales parecían estar fuertemente relacionados con el consumo de alimentos ultraprocesados. Por ejemplo, el tabaquismo y la baja actividad física fueron mucho más comunes en los participantes que consumieron una mayor proporción de alimentos ultraprocesados.
Diversos estudios estiman que alrededor de un tercio de los neoplasmas (tumores benignos o malignos) más comunes podrían evitarse cambiando el estilo de vida y los hábitos alimenticios en los países desarrollados. Por lo tanto, alcanzar una dieta equilibrada y diversificada (junto con evitar el consumo de tabaco y reducir el consumo de alcohol) se debe considerar uno de los factores de riesgo modificables más importantes en la prevención primaria del cáncer. Los gastos de alimentos en el hogar o las ventas de supermercados sugieren que los productos alimenticios ultraprocesados contribuyen entre un 25% y un 50% del total del consumo diario, según encuestas realizadas en Europa, Estados Unidos, Canadá, Nueva Zelanda y Brasil.