La Comisión Europea debe retirar su autorización, dictada sin esperar a la votación en el Pleno, de una nueva variedad de maíz transgénico (NK603xT25) para su uso en la Unión Europea, se afirma en una propuesta de resolución aprobada en el Parlamento Europeo por 403 votos, ayer miércoles. Los eurodiputados destacan que es tolerante a un herbicida compuesto de glifosato, clasificado como ‘probablemente cancerígeno’ por la OMS, También resaltan la tibieza de la Autoridad Europea de Seguridad Alimentaria (EFSA), al pronosticar el pasado 12 de noviembre que es improbable que el glifosato suponga un riesgo cancerígeno para los seres humanos.
Tras la votación se insta a suspender las autorizaciones de los alimentos y piensos modificados genéticamente, siempre y cuando el procedimiento de autorización, actualmente en revisión, no sea mejorado. El revolcón propinado a la Comisión Europea ha puesto de relieve la necesidad de revisar el sistema de la UE para la aprobación de Organismos Genéticamente Modificados (GMO, en inglés). “Al oponerse a la autorización de este maíz transgénico los eurodiputados han expresado su reproche a la Comisión”, señala Bart Staes, portavoz de Los Verdes. “La Comisión sigue negándose a escuchar la voz de los ciudadanos europeos y mantiene un procedimiento de autorización inicua, mientras que su presidente, Jean-Claude Juncker, se comprometió en 2014 a proponer una revisión de las evaluaciones de los GMO. Todavía estamos esperando esta propuesta. Hasta que no esté sobre la mesa nos opondremos y alertaremos a los ciudadanos de la conducta antidemocrática de la Comisión Europea”, señala el eurodiputado francés, José Bové, también de los Verdes.
Medidas de protección de la agricultura
frente a la contaminación por OMG
La mayoría de los Estados miembros no tienen implantadas medidas de protección de la agricultura convencional y ecológica frente a la contaminación por OMG, y cuando las tienen no suelen ser lo bastante eficientes para protegerla, según un dictamen del Consejo Europeo emitido el año pasado. Los Estados miembros que no prohíban el cultivo de GMO deberían estar obligados a adoptar medidas de protección de la agricultura convencional y ecológica frente a la contaminación y a diseñar regímenes de responsabilidad que garanticen que la carga económica de la contaminación recaiga sobre los productores de GMO en lugar de sobre los agricultores convencionales y ecológicos. Los Estados miembros deberán cooperar para implantar las oportunas ‘zonas tampón’ entre las zonas libres de OMG y las zonas donde estos se cultiven, para evitar las consecuencias no deseadas de la contaminación transfronteriza.
El pasado octubre 14 países europeos, la mitad de los estados miembros de la UE, comunicaron a la Comisión Europea su intención de prohibir el cultivo de GMO en su territorio. Bulgaria, Alemania y Chipre, los últimos países en adoptar esta postura, se unen en el frente anti-transgénicos a Letonia, Grecia, Francia, Austria, Hungría, Países Bajos, Polonia, Lituania, la región de Valonia (Bélgica) y Gales, Escocia e Irlanda del Norte (Reino Unido).