Viene de Francia, de una pequeña empresa, Redwoodpaddle, y se trata de una tabla, que se levanta 60 centímetros sobre la superficie, y que permite navegar-volar sobre el agua a una velocidad de 40 kilómetros por hora, gracias a un motor eléctrico y el alerón bajo la plancha, llamado foil, una tecnología como la de los catamaranes voladores. Con hora y media de autonomía por cada dos horas de recarga, la plancha surfera tiene el problema de que todavía resulta algo cara, en torno a los 4.500 euros. Este verano se verán ya en algunas playas.
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