Un estudio, “Payments are a-changin’ but cash still rules”, publicado por el Banco de Pagos Internacionales (BIS, por sus siglas en inglés), que lleva la firma de investigadores de la casa, Morten Linnemann Bech, Umar Faruqui, Frederik Ougaard y Cristina Picillo, demuestra claramente que a pesar de la digitalización financiera y la continua innovación en los sistemas de pagos, la demanda de dinero en efectivo, monedas y billetes, ha aumentado en los últimos 15 años, tanto en los países desarrollados como en el resto, con las excepciones de Rusia, China, India, Suecia, Noruega y se mantiene practicamente igual en Dinamarca y Sudáfrica.
Las conclusiones de este estudio serán del agrado de los inversores en Prosegur Cash, dedicada al transporte de dinero, que debutó en Bolsa hace 13 meses a 2 euros y ayer cerró a 2,385, lo que supone un alza de casi el 20% a pesar de que en 2018 ha perdido un 9%. Según el estudio citado, el incremento del dinero líquido, billetes y monedas, en circulación, que es una variable aceptada como modelo para ver la demanda de efectivo ha aumentado desde el año 2000 del 7% al 9% del PIB, y en la zona euro se ha duplicado, del 5,1 al 10,7%. La muestra tomada por los autores es la de los países miembros del Comité de Pagos e Infraestructura del Mercado (CPMI, por sus siglas en inglés), en el que está el Banco de España y todos los países desarrollados, además de otros 22 países añadidos.
Este incremento se debe principalmente al cambio de postura de los ahorradores de los países avanzados tras la gran crisis financiera, que temieron lo peor y acumularon billetes cuanto de mayor valor facial mejor, produciéndose los mayores incrementos en Japón y Hong Kong, de 7 y 9 puntos porcentuales de PIB, y un descenso de 5 puntos en China. Suecia es el país que menos efectivo utiliza ya que sólo representa el 2% del PIB.
Un ejemplo de la influencia de la crisis es el de los países nórdicos. A comienzos de la primera década de este siglo, en Islandia la ratio entre dinero en circulación y PIB era del 1,2%, inferior al de Dinamarca, Noruega y Suecia, donde oscilaba entre el 3 y 4%. Desde entonces, en Suecia y Noruega cae a plomo y en Dinamarca se mantiene, pero en Islandia, país que sufrió la quiebra de su sistema financiero, que tuvo que ser rescatado, la demanda de dinero en efectivo se duplicó y ahora la ratio supera a la de Noruega y Suecia.
Los autores apuntan también a que la mayor demanda se ha fortalecido por los bajísimos tipos de interés que hacen que el dinero no rente en el banco, lo que baja el coste de oportunidad, y su almacenamiento, apoyado además por la existencia de billetes de alto valor facial, sea fácil. Por supuesto que el incremento del parque de cajeros automáticos ha influido también en esa demanda.
El uso de tarjetas se dispara
Este apetito obviamente no es equiparable al de la utilización del pago con tarjeta. El estudio indica que el valor de estos pagos en los países incluidos en la muestra ha pasado de representar el 13% del PIB en el año 2000 al 25% en 2016 (del 7,8 al 15,6% en la zona euro). La gente tiene más tarjetas y las utiliza más a menudo, incluso en pagos de menudeo. Desde la crisis, en los países desarrollados la media de tarjetas de crédito y débito por persona ha pasado de 1,1 a 2,5. En Suecia, país que más se encamina al abandono del dinero líquido, la media de uso de tarjeta es de 300 veces al año, frente a las 85 de la general. La proliferación de los pagos con tarjeta ha sido fortalecida por el desarrollo de las terminales, más baratas y móviles.
Aunque el estudio no desagrega los datos de España, que quedan integrados en los de la zona euro, podemos ofrecer los aportados por el informe sobre nuestro país de Paymnts.com, que publica el Global Cash Index. España, con una economía sumergida muy elevada y con una distribución de cajeros y oficinas bancarias muy densa, tiene un porcentaje de efectivo sobre PIB del 22,9% y las compras con billetes y monedas sumaron 253.000 millones de euros en 2016.