La pandemia con todo su corolario de muerte y destrucción socioeconómica que asola al país lo absorbe todo e impide que algunas operaciones y hechos relevantes o noticias de empresas y élites económicas ocupen la atención mediática que merecen. Algo parecido a lo ocurrido con el comunicado de la Casa Real sobre la renuncia del rey Felipe V a heredar una cuantiosa cantidad de dinero que su campechano padre supuestamente había ocultado a la Hacienda de su amada España.
Mutua Madrileña, la única compañía aseguradora potente de España que se mantiene fiel a su carácter de ayuda mutua tras haberla perdido hace años esa condición Mapfre, ha conseguido notables éxitos económicos bajo la presidencia de Ignacio Garralda. Sin embargo, al igual que a todas las empresas y con más razón a una mutua hay que exigirle la máxima transparencia en todas las operaciones de inversión que lleva a cabo.
Por esta razón hay que reclamar explicaciones sobre su entrada en el capital de una filial del grupo de banca de inversión y servicios financieros Alantra, que cotiza en la Bolsa española, y en el que accionistas principales de esta entidad son antiguos compañeros de Garralda en Asesores Bursátiles, luego AB Asesores. Santiago Eguidazu es el presidente ejecutivo y uno de los fundadores de Alantra, y tiene el 17,5% del capital, mintras que José Antonio Abad y Jorge Mataix, cuentan ambos con algo más del 7% y son consejeros.
Alantra anunció el pasado 27 de febrero en un hecho relevante a la CNMV que había alcanzado un acuerdo con Grupo Mutua por el que ésta invertiría 45 millones de euros a cambio del 20% de Alantra Asset Management, es decir el negocio de gestión de activos, una de los tres pilares de Alantra. En aquella nota no se explicaba a través de qué sociedad Mutua Madrileña participaría en el negocio. A pesar de que en esa fecha ya estaban nerviosos los mercados financieros por el coronavirus, el preacuerdo de Alantra con Grupo Mutua se condicionaba “exclusivamente” a que no se opusiera la CNMV, lo cual era un mero trámite administrativo.
El 14 de mayo, en plena crisis de los mercados y cuando se han paralizado la gran mayoría de las operaciones anunciadas, Alantra comunica la ratificación del acuerdo, lo que explica el hecho de que no se condicionase realmente a nada lo pactado en un apretón de manos entre amigos. Ya hubiera quebrado media España que los mutualistas se convertirían sí o sí en socios del grupo de Eguidazu a un precio increíblemente alto, ya que los 45 millones más 11 variables que Garralda ha comprometido por el 20% de una filial de Alantra parecen excesivos, teniendo en cuenta que el grupo entero cuesta en Bolsa 423 millones.
Pero además de este desembolso, Grupo Mutua se compromete a invertir otros 49 millones en 4 años para tener un 49,9%, o sea minoría, en un fondo de inversiones en el que Alantra tendría el 50,1%, invirtiendo 51 millones y se supone que cobraría por la gestión.
Aunque hace un año, la Mutua entró en el capital del negocio de banca privada de Alantra, esta vez con mayoría y por 23 millones, la nueva operación canta demasiado por el momento en que se produce y las cantidades.En esta segunda operación en la que si no hay conflictos de interés al menos se repite el amiguismo, necesita ser explicada con detalle a los mutualistas por Ignacio Garralda más que nada para que no queden dudas sobre la impecable gestión de los recursos de la mutua.