La pelea de la sociedad civil ha dado resultado y Francia ha decidido por el riesgo para la salud de los consumidores detener el uso del aditivo E171, que contiene en muchas ocasiones nanopartículas de dióxido de titanio y que algunos estudios consideran cancerígeno, una medida, que ya la Asamblea francesa había votado en favor en noviembre del año pasado, pero que el gobierno había frenado por considerar que no había un peligro suficientemente grave o inmediato para activar la cláusula de salvaguarda europea, que permite denegar la importación de productos que contengan ese colorante.
Hay estudios clínicos con ratas, realizados en Alemania y Francia, que asocian la ingesta de este colorante de dióxido de titanio con problemas en el sistema inmunológico y cáncer, y se entiende que los gobiernos deberían actuar contra este producto por precaución para proteger preventivamente la salud de los ciudadanos consumidores. De hecho desde que comenzaron a publicarse estos estudios algunas empresas de alimentación decidieron, presionadas por las organizaciones civiles, suprimir el colorante.
Éste se presenta en el etiquetado como E171 o TiO2 y es utilizado principalmente como colorante para dar brillo o blanquear determinados productos, como bombones, huevos de Pascua y otros productos de confitería, chicles y golosinas, aunque también se utiliza en postres y platos preparados. También se utiliza en los cosméticos y en productos de cuidado personal, como protectores solares, dentífricos. Incluso algunas grageas y comprimidos de medicamentos utilizan este colorante.
Según Lamberts, un líder de los complementos y suplementos alimenticios, “las evaluaciones sobre el dióxido de titanio de JECFA (Comité Mixto de Expertos en Aditivos Alimentarios de la Organización para la Alimentación y la Agricultura) como de la EFSA, (Autoridad Europea de Seguridad Alimentaria) han concluido, que no hay absorción o almacenamiento en tejidos de dióxido de titanio.
Especial peligro en la forma de nanopartículas
Sostiene Lamberts que “las evaluaciones de dióxido de titanio por JECFA y EFSA, han concluido que no hay problemas de seguridad asociados con el uso del dióxido de titanio, como aditivo alimentario a niveles de hasta el 3%. Esto significa que una porción de 100g de un producto lácteo puede contener hasta 3g (3000 mg) de dióxido de titanio”. Donde Lamberts sí considera que hay dudas es en el uso del dióxido de titanio de algunas compañías en la forma de nanopartículas, aquellas con un tamaño inferior a 0,1 micras.
En España operan muchas de las organizaciones civiles que han conseguido la prohibición francesa, Foodwatch y Greenpeace, entre otras. Si Francia paraliza el uso de este colorante en alimentación, el gobierno español tendrá que tomar una decisión sobre este asunto y por supuesto recabar la opinión de la Agencia Española de Consumo, Seguridad Alimentaria y Nutrición (AESA), que hasta ahora no se ha pronunciado sobre el riesgo del E171.