Sacyr es un cadáver andante que ha perdido 3.000 millones de euros en el conjunto de los tres últimos ejercicios y ha pasado de contar con unos recursos propios de 3.710 millones de euros en 2010, cuando realizó una ampliación de capital de 400 millones de euros, a poco más de 900 millones a 31 de diciembre del año pasado si no hay sorpresas en las cuentas que presente a la junta de accionistas.
En circunstancias normales y más aún tras el escándalo del intento de detener las obras del Canal de Panamá que forzó la intervención del Gobierno de España, es una compañía que estaría liquidada hace tiempo. Sin embargo, su tamaño, la participación del 9,7% que todavía mantiene en Repsol, y la colosal deuda impagable de más de 6.000 millones a la banca, siendo el principal acreedor el Banco de Santander, obligan a mantenerla viva.
El banco coloca deuda y la empresa del hijo de Botín, consejero del Santander, se encarga de buscar accionistas
La última operación de rescate se presentó ayer como hecho relevante ante la CNMV y consiste en que el Santander, presidido por Emilio Botín, y JB Capital, propiedad de su hijo Javier Botín, se van a encargar, con el acompañamiento de Societé Générale y la sociedad de valores Fidentiis, de vender bonos convertibles por valor de 300 millones de euros y un 7,79% del capital de la compañía, con el que puede ingresar otros 170 millones. En total captará una cantidad muy parecida a la conseguida en las dos ampliaciones (diciembre de 2010 y febrero de 2011), siempre en interés de la banca acreedora.
Resulta extraño que una operación de este calado se realice antes de celebrar la junta de accionistas, en la que por prudencia y buen gobierno debería haber sido presentada. Anómalo es también que en la operación, dos en uno, intervengan en un claro conflicto de intereses el Banco de Santander y la empresa de uno de sus consejeros, ya que Javier Botín es el propietario de la colocadora de las acciones nuevas, que no son ofrecidas a los accionistas titulares.
Los accionistas minoritarios de la empresa, aparte de no contar con ellos para la ampliación ni para los bonos, que son de 100.000 euros la unidad, tampoco conocerán la realidad financiera y de riesgo de la compañía que hubiera aflorado, aunque sea teóricamente, un folleto registrado en la Comisión Nacional del Mercado de Valores, que tras el escándalo de Bankia se mostraría especialmente puntillosa y legalista. La ley le exime de hacerlo por las características de la colocación y el porcentaje inferior al 10% del capital.
Ni siquiera se convoca la junta para explicar la situación
Lo que quizás deberían preguntarse los accionistas es cuál es la razón por la que todo el proceso de salvamento y socorrismo se ha “acelerado” tanto que no se llega siquiera a proponer una junta ni se consigue un accionista de prestigio o asociado en el negocio. Visto lo visto ninguno de los accionistas relevantes de la compañía ha estado por la labor de poner más dinero en una ampliación, que se venderá a un precio al menos un 20% inferior al de la última de 2011 (6 euros). El único que parece todavía sólido financieramente es el Grupo Fuertes-Cárnicas del Pozo- (6,24%), mientras que la familia Carceller tras ser atrapada en la estafa de Pescanova, ha tropezado seriamente en la constructora, donde controla el 13%. Por su parte, los fundadores Manuel Manrique, presidente de la compañía, y José Manuel Loureda, con un 13% entre ambos, lo tienen pignorado y con dificultades de pago ya que Sacyr no puede dar dividendo. Abelló hace tiempo que dejó el nido y el propietario del grupo constructor Altec, José Moreno Carretero, parece un invitado de piedra.
Está por ver ahora qué operación seguirá a esta primera capitalización in extremis. La liquidación de Vallehermoso no debería haberse demorado tanto teniendo en cuenta el aparente apetito que hay de fondos extranjeros por grupos inmobiliarios españoles. La participación del 9,73% de Repsol, aunque es interesante para Sacyr por la liquidez que le dan los dividendos, está todavía valorada en libros, a pesar de las cuantiosas provisiones, por encima del precio de cotización, pero el Santander no tendría problemas para encontrarle un comprador a buen precio. Los intereses en México del marqués de Villar Mir, a quien Botín ha sentado en el consejo del banco con 82 años, pueden servir para una operación de gran calado como esa. Todo queda en casa.