El Banco Santander ha incrementado sorprendentemente el número de accionistas de forma continua durante los años críticos para el sector financiero, 2008-2013, de forma inexplicable ya que el beneficio por acción y la cotización han caído estrepitosamente en ese período.
En el ejercicio de 2007, previo al estallido de la gran crisis, el banco que preside Emilio Botín superó la barrera de los 9.000 millones de beneficio, 1,28 euros por acción sin contar plusvalías, la cotización cerró el año a 14,79 euros y dio un dividendo de 65 céntimos por acción, y sin embargo en ese año glorioso sólo tenía 2,278 millones de accionistas.
En los seis años de crisis financiera ha aumentado incomprensiblemete un 50% el número de accionistas
Seis años después, todavía metidos en la gran depresión, el Santander sorprendentemente ha ganado ininterrumpidamente accionistas, habiendo terminado en 2013 con una cifra de 3,299 millones, lo que supone casi un 50% más que en el año previo a la gran debacle. Es una sorpresa la capacidad de atracción del banco, si se tiene en cuenta que respecto a ese año, la cotización, ahora en 6,41 euros, ha caído el 43,3%, el beneficio ordinario ha sido de 40 céntimos por acción, lo que supone un descenso de casi el 70%, y el dividendo se mantiene en una cifra similar, 60 céntimos, pero en 2007 era dinerario al 100% y ahora se concede mediante ampliación de capital, lo que significa que el accionista que quiera cobrar en dinero, patrimonialmente queda diluido.
El Santander no ha tenido ningún reparo en justificar el cambio que hizo en el año 2009 de eliminar el dividendo dinerario completo por otro en el que se reduce sensiblemente la salida de caja y se aumentan los fondos propios, es decir uno defensivo, argumentando que “responde a las sugerencias planteadas por los accionistas, que se benefician de una mayor flexibilidad”.
El dividendo ‘no dinerario’ es muy superior al beneficio por acción desde hace tres años
En cualquier caso hay que señalar que en los últimos tres años naturales, 2011-12-13, el banco de Emilio Botín ha pagado dividendos por valor de 60, 63,9 y 61 céntimos, cuando en los ejercicios de esos mismos años, el beneficio por acción ha sido de 40, 23 y 60 céntimos. En definitiva ganó menos de lo que desembolsó, aunque hay un desfase de medio dividendo, que se paga a cuenta del ejercicio anterior, que amortiguaría algo la diferencia si nos remitimos al beneficio de 2010.
Este dividendo postizo, aunque más del 80% de los accionistas lo cobren en acciones (no suele ser el caso de la familia Botín), es insostenible, y el Banco de España debería tomar medidas, exigiendo al menos a la entidad que informe adecuadamente de la situación. El Banco Santander ha cerrado 2013 con una rentabilidad sobre recurso propios del 5,42%, frente a un 17,1% del año 2007. En los tres últimos ejercicios el descenso de esta ratio ha sido muy considerable, 9,35%, 6,78% y 5,42%, respectivamente, pero siguen con el mismo dividendo.
Se supone que una sociedad cotizada bien gestionada debe dar un dividendo dinámico acorde al beneficio que obtiene y su situación patrimonial, pero en el Santander la norma es mantener el dividendo desde el año 2009 en una cantidad similar aunque la rentabilidad se desplome y el número de acciones aumente casi un 40%.
Habrá que confíar en la nueva consejera independiente que ha fichado Botín, la estadounidense Sheila Bair, antigua presidenta del FDIC estadounidense (equivalente al Fondo de Garantía de Depósitos), que se ha comprometido a que el sistema bancario, y por consiguiente el banco Santander, sea más seguro, más responsable y orientado al cliente, en que aporte al menos sentido común en materia de dividendos, que parecen diseñados para sostener la cotización. Blair ha recibido críticas en la prensa internacional por aceptar el cargo del Santander en un nuevo caso de ‘revolving doors’, aunque es cierto que ha pasado más de dos años en cuarentena.
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