El doctor Nicholas Freudenberg pone el foco en ‘Letal pero legal’ en las seis industrias más dañinas para los ciudadanos: tabaco, alcohol, alimentos y bebidas, farmacéutica, automóvil y armas de fuego. En conjunto se les atribuyen diecisiete millones de muertes al año. En opinión de Freudenberg el principal problema es la falta de voluntad política para aplicar las medidas preventivas necesarias. Denuncia como para las multinacionales el beneficio es prioritario sobre la salud. El libro hace hincapié en como los gobiernos de todo el mundo han dado un paso atrás en su responsabilidad de proteger la salud pública. En ‘Letal pero legal’ se recoge como, según la OMS, al tabaco se le atribuyen más de 6 millones de muertes al año; a alimentos y bebidas, 4 millones; al alcohol cerca de 5 millones de muertes. Además, 1,3 millones de personas mueren en colisiones de automóviles y probablemente muchos más por la contaminación. Cerca de medio millón mueren por armas de fuego.
Las muertes asociadas con la industria farmacéutica
“No he sido capaz de encontrar estimaciones globales exactas de las muertes asociadas con la industria farmacéutica”, declara Freudenberg, codirector del Centro de Política Alimentaria en el Hunter College de Nueva York, en una entrevista exclusiva con La Celosía.
¿Cuál de las seis industrias analizadas en ‘Letal pero legal’ considera más mortal y dañina para los seres humanos?
En mi libro describo cómo las industrias del tabaco, alimentos y bebidas, alcohol, automóviles, armas de fuego y productos farmacéuticos han contribuido a la muerte prematura y al desarrollo de enfermedades evitables en los Estados Unidos y en todo el mundo. Lo hacen mediante prácticas comerciales -publicidad del negocio, diseño del producto, distribución al por menor y precios-y políticas -lobby, contribuciones de campaña, investigación patrocinada, las relaciones públicas…- Al tabaco se le atribuyen más de 6 millones de muertes al año; a alimentos y bebidas, casi 4 millones de muertes (las atribuidas al índice de masa corporal con muertes adicionales relacionadas con otros problemas dietéticos); al alcohol cerca de 5 millones de muertes. Además, 1,3 millones de personas mueren en colisiones de automóviles y probablemente muchos más por la contaminación del aire del automóvil. Cerca de 500.000 personas mueren por armas de fuego. No he sido capaz de encontrar estimaciones globales exactas de las muertes asociadas con la industria farmacéutica. Así que cada uno de estos sectores tiene un impacto enorme en la salud de la población. Encontrar maneras de reducir esta carga es una de las estrategias más urgentes y prometedoras para mejorar la salud mundial.
Usted argumenta que la pandemia de la obesidad tiene sus orígenes en la comercialización de alimentos y bebidas ricos en azúcar y grasa. ¿Cómo podemos luchar contra este flagelo?
Muchos países están comenzando a restringir la comercialización de alimentos poco saludables, especialmente a los niños. Otros están buscando la forma de utilizar el poder del gobierno para proporcionar alimentos más saludables en las escuelas y otras instituciones públicas. Otro enfoque es limitar los derechos de las compañías de alimentos para hacer declaraciones de propiedades saludables engañosas o erróneas acerca de los productos que venden. Por último, algunos abogados de salud pública están utilizando estrategias -desarrolladas por los activistas del control del tabaco- a utilizar en los tribunales para obligar a las compañías de alimentos a pagar por los costos relacionados con la salud de los productos que promueven de manera tan agresiva. Hasta el momento esa estrategia sólo ha tenido un éxito modesto pero pasaron décadas antes de que las demandas contra la industria del tabaco tuvieran éxito.
En España el Ministerio de Sanidad nombró al cardiólogo Valentín Fuster, que ha sido conferenciante del Instituto de la Felicidad de Coca-Cola, presidente del Observatorio de la Nutrición y la Obesidad. ¿Qué opinión le merecen este tipo de nombramientos?
No estoy familiarizado con el trabajo del Dr. Fuster, pero en general, creo que los investigadores dañan su credibilidad e independencia cuando trabajan con empresas de alimentos que son parte del problema. Estas empresas tienen mucho más dinero y relaciones públicas que la mayoría de los investigadores y lo que quieren de los investigadores no es nueva evidencia o consejo, sino una forma de mejorar su imagen. No creo que Coca-Cola persiga un objetivo legítimo de salud pública. Su producto es causante de la obesidad y de la creciente carga de enfermedades relacionadas con la dieta. Pero el verdadero problema es un sistema alimentario industrializado que hace más beneficios mediante la venta de alimentos ultra procesados ricos en grasas saturadas, azúcar y sal, que con alimentos más saludables. Una vez dicho esto, la evidencia disponible sugiere que ningún producto está más asociado con la obesidad y enfermedades relacionadas con la dieta que las bebidas azucaradas. En Estados Unidos, las bebidas azucaradas son responsables de la ingesta calórica asociada con la obesidad. Por esa razón, la reducción del consumo de sodio es una importante prioridad de salud pública. La industria de refrescos en Estados Unidos está gastando millones de dólares al año para luchar contra esta tendencia.
En ‘Letal pero legal’ sugiere que los defensores de la salud pública deben debilitar y desmantelar la poderosa alianza de las corporaciones y sus partidarios. ¿Cómo se puede hacer?
En mi libro sugiero políticas que pueden reunir a muchos individuos y organizaciones de todo el mundo que trabajan para prevenir el daño a la salud, el medio ambiente y la democracia por parte de las grandes corporaciones. Se las puedo resumir en estos seis puntos:
1. Expandir el derecho del pueblo a saber y el deber de las corporaciones de revelar las consecuencias sanitarias de sus prácticas corporativas y de sus productos.
2. Obligar a las corporaciones a pagar por las consecuencias sanitarias y ambientales de sus productos y sus prácticas.
3. Establecer normas mundiales de salud para el diseño de productos y marketing.
4. Restaurar la propiedad pública de la ciencia y la tecnología.
5. Restaurar la mano visible del gobierno en la protección de la salud pública.
6. Advertir a las corporaciones que no pueden usar su dinero y poder para manipular los procesos democráticos.
Imprescindible para estudiantes y profesionales de medicina
“El libro de Freudenberg es imprescindible para los estudiantes de salud pública y los profesionales”, comenta a La Celosía el doctor Robert Beaglehole que le hace una crítica favorable en The Lancet. “¿Podemos eliminar la industria del tabaco en los próximos 25 años? ¿Y puede hacerse sobre la base de la Convención Marco de la OMS para el Control del Tabaco? Freudenberg es, como yo, un profesional de la salud pública, investigador, profesor y activista, que creció en la década de 1960 y cuyas ideas y valores fueron moldeados por el movimiento anti-Vietnam contra la guerra y otros sucesos durante este período. Después de más de tres décadas de experiencia en salud pública, se siente frustrado como yo por nuestra incapacidad colectiva para enfrentar y controlar las empresas que, según él, contribuyen a las principales causas de muerte prematura en los Estados Unidos y en el mundo”, confiesa Beaglehole.
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