El consumo colaborativo se extiende a comunidades y ciudades de todo el mundo para facilitar el alquiler, préstamo, intercambio, trueque o la posibilidad de compartir productos (coche, apartamento, libros, etcétera) a una escala antes inimaginable. Los expertos valoran esta creciente actividad como una importante fuente potencial de empleo en los próximos años. “Con o sin crisis, va ganando terreno con países como Francia, Alemania o Inglaterra en cabeza y con España desplegando una gran actividad que le sitúa en el tercer lugar del mundo en peer to peer”, declara a La Celosía Albert Cañigueral, fundador de ConsumoColaborativo.com y uno de los mayores expertos de este fenómeno social. “En España hay una gran cultura digital y eso incentiva este comercio, pero aún no hay datos como para poder elaborar un ranking comparativo con otros países”, subraya.
El consumo colaborativo, una solución a la crisis
El Comité Económico y Social Europeo (CESE) presentará el dictamen sobre “El consumo colaborativo y participativo: un modelo de sostenibilidad para el siglo XXI”, el 9 de abril en Madrid y el 10 en Barcelona, según anuncia Albert Cañigueral. En muchos casos el consumo colaborativo es una solución a la crisis económica y financiera al posibilitar el intercambio en casos de necesidad. Forbes estima que los ingresos superarán los 3.500 millones de dólares este año, con un crecimiento superior al 25 %.
El 48% de los franceses practican regularmente esta actividad y el 80% la comparten de vez en cuando, según un sondeo de TNS-Sofres para el Observatorio de la Confianza. En Francia, modelo a seguir, las mujeres van por delante de los hombres, 51% frente a 45%. En la familias numerosas lo practican el 68%; un 60% de los voluntarios de las ONGs y online, un 54%. Entre los jóvenes cada vez tiene más aceptación, mientras que el 30% de personas mayores de 60 años son reacias, al igual que 30% de las personas que no tienen cuentas en las redes sociales.
La Unión Europea favorece este modelo
La creación de productos duraderos y preparados para que puedan ser utilizados por varias personas, o a lo largo de la vida de un mismo consumidor o usuario, son señas de identidad del consumo colaborativo. Las nuevas tecnologías (peer to peer y las redes sociales) resaltan la importancia de la comunidad virtual y real. Con la crisis económica se tiende a poseer menos, bajo la premisa de que para disfrutar del bienestar no sirve acumular. En 2010, como explican con todo lujo de detalles en ‘Los motores del consumo colaborativo‘, ‘Rachel Botsman (vídeo TED) y Roo Rogers comenzaron a difundir el concepto con el libro What’s Mine Is Yours: The Rise of Collaborative Consumption. Tres años más tarde, gracias al empuje de ellos y de comunidades como Ouishare (comunidad global a favor de la economía colaborativa), el fenómeno del consumo colaborativo ya se tiene en cuenta en las escuelas de negocios o en la Unión Europea.
Los consumidores a favor del trueque,
alquiler, compras en grupo…
El consumo colaborativo comparte muchos objetivos de las políticas de la UE, especialmente del mercado interior, tales como aumentar la eficiencia de los recursos, avanzar en la innovación social, generando empleo y prosperidad económica. A raíz de la crisis económica emergieron plataformas para la compraventa de vestidos y complementos de novia de segunda mano, para el alojamiento en casas, el alquiler de vehículos o de trajes de gala, incluso en relación con ropa de diseñadores o complementos de lujo, y también comunidades donde los usuarios publicitan una tarea, como montar un mueble o recoger un paquete y el precio que ofrecen a la persona que quiera llevarla a cabo.
Las preferencias de los consumidores en los próximos años se inclinan por el trueque, alquiler, compras en grupo y compra de productos de segunda mano. Cada una de estas actividades alcanza un 19 % (aunque se llega al 22 % para el alquiler de herramientas), seguidas del popular Do It Yourself (Hágaselo usted mismo), que llega hasta el 12 % (cuando se refiere a coser). El consumo colaborativo apuesta por el ecodiseño y contribuye a reducir las emisiones de CO2.
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