Caracterizados de nostálgicos pero en buena parte reaccionarios se muestra una mayoría de ciudadanos europeos, según el último estudio de opinión realizado por la Fundación Bertelsmann en julio de este año, con la participación de 10.885 personas. De las conclusiones de “El Poder del Pasado” puede temerse que también en gran parte de los países de la Unión Europea podría triunfar otro Trump que blandiera el eslogan “Make Europe great again”, algo que ya ha ocurrido en cierta forma en Reino Unido con su Brexit que no es otra cosa que ‘British first’.
La nostalgia es un sentimiento que se dispara con el miedo, la ansiedad y el malhumor, entre otros elementos psicológicamente dijéramos que negativos, y el informe de Bertelsmann concluye que el 67% de lo encuestados piensan que el mundo era mejor antes, un sentimiento especialmente pronunciado entre los italianos, un 77%, pero con porcentajes muy elevados y similares entre los españoles (64%), franceses (65%) y alemanes (61%), siendo los polacos los que añoran menos su pasado (59%).
Aunque la querencia pretérita es más pronunciada según es más elevada la edad de quienes responden, siguen siendo mayoritaria (52%) incluso en la franja de los más jóvenes (entre 16 y 25 años), pero sí hay un mayor sesgo acorde al género, siendo las mujeres menos nostálgicas, un 47% que los hombres (53%). Obviamente la nostalgia se solapa con lo conservador, así que la mayoría (53%) de quienes piensan que el mundo antes era mejor se sitúan políticamente a la derecha, mientras que los que lo niegan se sitúan mayoritariamente (58%) en la izquierda.
Cuando se trata de pulsar las opiniones reaccionarias se observa que el 78% de los nostálgicos piensan que los inmigrantes no quieren encajar en la sociedad, y aunque en menor porcentaje, pero también mayoritario, el 63% de los contrarios piensan también que los inmigrantes no hacen en Roma lo que los romanos hacen, por utilizar el clásico proverbio. Siguendo con el pensamiento reaccionario que desvela el informe, el 53% de los nostálgico consideran que los inmigrantes ocupan los puestos de trabajo de los nativos, un porcentaje que afortunadamente es minoritario, el 30%, entre quienes consideran que tiempos pasados no son mejores. Entre el grupo, llamémosle más progresista, un 60% están de acuerdo con la afirmación de que la inmigración es buena para la economía y de que los inmigrantes enriquecen la vida cultural de la nación. En cambio sobre estas afirmaciones no están de acuerdo el 55% y la mitad de los nostálgicos.
Respecto a la permanencia en la Unión Europea, ambos grupos quieren mantener el actual estatus, pero en porcentajes muy diferentes, 82% entre los, por simplificar, progresistas, y 67% de los conservadores. El terrorismo sigue siendo el coco de los nostálgicos, de los que el 60% piensa que la prioridad es combatirlo, ocupando el segundo lugar de las prioridades la gestión de la inmigración (51%). Esos porcentajes caen hasta el 47% y 43% cuando contestan sobre esas prioridades los que se declaran no nostálgicos.